25 de diciembre día de celebración por el nacimiento de Jesús. Celebración que se ha convertido mas del llamado santa que dé el mismo Jesús. La costumbre de obsequiar y obtener obsequios de alguna manera ha obviado lo que realmente se debe celebrar. Aunque gracias a la idea predeterminada que tienen los niños del supuesto viejo barrigón obtenemos el rostro de Dios, con la sonrisa de un niño. Sonrisa evidente debido a la exaltación obtenida con la espera y al fin la entrega de dichos obsequios.
Los adultos no esperamos mucho del supuesto santa, pues en el proceso de crecimiento nos logra sacar de su lista sin remordimiento alguno. Y entregándonos la tarea de ponernos el gorro rojo, “ese con una bola blanca en la punta”; gorro que con orgullo y sacrificio cargamos para de esta manera exaltar sonrisas en los nuestros.
Que mas podría esperar como obsequio, que una gran sonrisa llena de entusiasmo y sorpresa de cómo ese viejo barrigón aun puede llegar y entrar por la ventana con semejante panza. La imaginación y ansiedad de un niño en espera de la mágica sensación que obtendrá en la mañana aun pensando si al viejo no se le habrá olvidado su pedido o si por equivocación traerá más de lo pedido o algo diferente, logra ser una de las pocas preocupaciones que cargan los pequeños. En otras ocasiones los niños quedan defraudados por el viejo panzón ya que trajo el obsequio equivocado y en el peor de los casos no trajo nada. La concepción de un niño al pensar que su mal comportamiento logro enfadarlo de manera que santa, trajo una miseria o lo borro de su lista es un asunto que se quedara en su mente de manera permanente, que en casos aislados puede causar algún trastorno mental. Pero la negligencia y en ocasiones la falta de recursos de los adultos a los cuales se le entrego la responsabilidad de cargar el gorro rojo, es lo que dicta la forma en que los niños verán al supuesto santa.

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